martes, marzo 21, 2006

EL RARITO


He conocido a un chico rarito. Sé que eso no es una novedad, de hecho cualquier estudiante de psiquiatría podría hacer la tesis doctoral com mi agenda de los últimos siete años. Pero éste es rarito-tipo, rarito estándar. Rarito, rarito. Para empezar, no habla casi nada. Al principio hasta me pareció una ventaja, pero os aseguro que cuando una acaba recurriendo a la fealdad del estucado veneciano como tema de conversación en una primera cita-cena, algo no va bien.
El caso es que al principio pensé que si no hablaba demasiado era porque tenía un gran mundo interior hasta que no tuve más remedio que admitir que, simplemente, no tenía nada que decir. Se limitaba a mirarme mucho, como si me hiciera un escáner encefálico con los ojos, esos ojos tan bonitos que a mi me llegaron al alma cuando le conocí, y yo venga hablar de cómo ha subido el precio de la coliflor y los vegetales en general. Porque a esas alturas ya sabía que el cine le interesa psé, la literatura psé, la música psé…

Pero entonces, llegó la sorpresa. Cuando estaba ya a punto de ponerme a llorar en el restaurante a moco tendido, o a tirar la botella de vino al suelo, o a subirme la camiseta en plan guaraná para ver si le sacaba algo más que un “ahá”, va el chico y me suelta “tengo una boa constrictor”. Rápidamente descarté que se refiriera a un echarpe de plumas de talla pequeña cuando añadió “se llama Amanda”.

Y ahí empezó a largar: lo que come Amanda, lo que pesa, cuál es la técnica correcta para cogerla, de dónde es originaria, cómo se reproduce, hábitos alimenticios y métodos de ataque. Toda la cena. Ahora podéis llamarme ya Mila la experta en ofidios.

Así que la pasión de míster Rarito es Amanda la boa a la que, obviamente, me quiere presentar. Según parece, no debe darme asco, es más, me haré amiga de ella rápidamente si el primer día le traigo un pequeño roedor al que pueda estrujar y devorar. No tengo ninguna intención de conocer a Amanda ni de ver a Rarito nunca más. No es que me den miedo las serpientes (de hecho, cada vez que veo una me acuerdo con cariño de las sandalias Gucci de mi ex jefa); me dan miedo los hombres que duermen con una. Y además, seguro que la mira con esos ojitos que a mí me llegaron al alma.

7 comentarios:

Lurka dijo...

¡Pero a quien se le ocurre tener una boa constrictor en casa, ponerle Amanda y ser el único tema de conversación de una persona humana! POR DIOS!!! Haces muy bien en no quedar más con él. Yo, en el momento en el que sacó el tema, habría salido corriendo al más puritito estilo del Correcaminos(Bipbip). Por otro lado se me ocurre…¿No te habrán dicho en repetidas ocasiones que tienes cierto parecido a Salma Hayek? Verdad?? Si es que si. Piensa, piensa.
Lkr.

Anónimo dijo...

pues chica, a mi me dice un tío "tengo una boa constríctor" y me lo llevo al lavabo del restaurante corriendo para que me enseñe la boa. Y si he entendido mal y habla de la serpiente está claro que el bicho es la representación de su inapreciable apéndice,

Moblog dijo...

Michael Jackson también tenía una boa y mirad cómo ha acabado... no digo más. Huye.

Jordi dijo...

Estimadísima Mila,

Seguro que eres de esa clase de mujeres capaz de hacerr que la lengua le falle a cualquier hombre. Seguro que en lugar de "Tengo una boa constrictor" quiso decir "tengo una boda domingo" para proponerte ir como su pareja.

Siempre tuyo.

Luisru dijo...

Mi amigo fotero tiene una boa que se llama Cornelia, pero no habla siempre de su boa. Eso si, no sé si sus ojos te enamorarían...

Gamo P. dijo...

Yo en este caso solo puedo envidiarte. Como molan las primeras citas con gente incluso mas disfuncional que uno mismo.

mila dijo...

ya veo que lo mío son los raritos, eh, señor Objetivo? Esa obsesión por una mujer desaparecida me turba y a la vez me atrae...