lunes, junio 18, 2007

¿QUIÉN DIJO NOVIO?


–Llevas dos findes desaparecida.
Marta me escupió la frase ayer domingo. Fue justo al bajar del avión y en el preciso instante en el que daba vida a mi móvil después de su merecido descanso de dos días en el cajón de una cómoda.
–Marta, mi niña, es que acabo de aterrizar....
–De caer de la parra, querrás decir...
–No, estoy en el Prat. He pasado el fin de semana en Menorca...
–¡No me jodas!
–... con Marc.
No sé por qué bajé la voz, él estaba en el lavabo y yo junto a la cinta transportadora de los equipajes del vuelo VLG 1141 MAH.
–Eres una... (y aquí colocó una ristra de lindezas irreproducibles). ¿Cómo lo haces? ¿De dónde sacas la pasta?
–De la hipoteca, la moto y la presión de agua que no tengo. Así me va, que luego como pasta seca del DIA todo el mes...
–Oye, este Marc te está monopolizando.
–Sus amigos pueden pensar lo mismo de mí...
–Mila, no me asustes... ¿sois... "novios"?
Y dijo "novios" con la misma entonación con la que hubiera dicho "leprosos".
–Cojo un taxi y en 20 minutos estoy en tu casa. Tengo que hablar contigo.
Y colgué.
No sé si he comentado alguna vez por ahí que Marc vive con sus padres... Después de casi dos semanas sin apenas aparecer, quería volver a su reducto y mostrarles que sigue vivo. Compartimos taxi, le dejé en la puerta de la casa de sus progenitores y casi le grito ¡arranque! al taxista cuando comprobé horrorizada que una señora (¡su madre!) le esperaba saludándole desde el balcón.
Marta me recibió con una cervecita y un "so pécora, qué morena estás". En su terracita la puse al día con tanta intensidad que creo que a ella le costaba seguirme.
–Esto va demasiado rápido–fue su veredicto.
Y supe que tenía razón.
Traté de exponer con orden la teoría del "arrebato consciente", y me la contrarrestó con la del "pinchazo previsible"; le recordé los casos comunes que conocíamos de parejas hechas de un día para el otro y que funcionaban perfectamente; ella se encargó de enumerarme las muchas más que no; le expliqué cuánto congeniábamos y ella me descolocó metiendo el dedo en mi heridita particular:
–Muy bien, y en todos estos días de Pin y Pon edulcorados ¿cuántas veces te has acordado del señor Maravillas? Si me dices que ninguna, te doy mi bendición.
–Pues unas novecientas... Pero no soy un robot, quiero decir que es normal que después del chute de mi cumple, aún piense en él... Ya se me pasará.
–¿Estás enamorada de Marc?
–Define enamorada...
–Sí, guapa, a estas alturas te lo voy a definir. Como si no lo supieras. Como si no te hubiera oído desde hace más de un año decir tonterías del tipo (y puso voz aflautada) "es el hombre de mi vida, te lo juro Marta, es verlo y me sube un no-sé-qué-qué-sé-yo..." con cara de pequeño pony...
–Bueno, deja a Mr.Wonders en paz. Ya va siendo hora que se me pase la tontería. Igual incluso mi agilipollamiento es porque no puedo tenerle... vete tú a saber... no quiero más psicoanálisis del todo a cien. Estoy bien con Marc. Feliz. Ya me he dado muchas hostias. Y vale, no oigo pajarillos pero que le den por saco a los pajarillos y a las películas de Jennifer Aniston y a toda esa basura. Si mi príncipe azul destiñe, me lo busco de color verde.
–En ese caso, bienvenido Marc a tu vida... y espero que también a la de tus colegas.
–Desde luego.
Y brindamos con esas cervezas y con las que vinieron después.
Eran casi las dos de la mañana cuando volvía a mi piso. Marta insistió para que me quedara a dormir en su casa, pero me apetecía dormir sola en mi cama. Sobre todo si, como apunta la tendencia de las últimas dos semanas, eso va a convertirse en algo excepcional.