martes, octubre 03, 2006

LA NOCHE DE LAS CHICAS O CÓMO POR UNAS HORAS ME OLVIDÉ DE LOS TÍOS

Quiso la mala pata o el destino que el pasado jueves por la noche, ya en la puerta del Apolo, sonara mi móvil. Era la incombustible Marta y para mi horror me comunicaba que no iba a poder venir al concierto de Peaches porque su abuela se había roto la cadera. La pobre mujer de casi 90 años se tropezó en el pasillo de casa. Bien pensado y dicho así de carrerilla, está claro que fue la mala pata. Quiso el destino o la buena fortuna que justamente en ese instante Marta estuviera con su abuela cenando en la casa paterna. Así que llamó al 061 y tuvo una noche movidita (la abuela se recupera lenta pero favorablemente, gracias a su Dios y al calcio de Puleva Omega 3). Nunca había ido sola a un concierto y he de confesar que me entró un ataque de timiditis. Pensé que la mejor opción sería parapetarme tras vasos y vasos de cerveza. Pero quiso el destino depararme una noche inolvidable. En lo que atañe a lo musical-espectaculero, fue uno de los mejores conciertos a los que he asistido últimamente. Ese prodigio de mujer salió dando caña desde el principio, y tanto en su vertiente más roquera como la más electrónica bordó el chou. Se fue despojando de su atuendo glam-salvaje y de varias capas de bragas y sostenes y nunca un despelote había sido tan reivindicativo. Recuerdo que pensé que Peaches era más sexy que todas las Chaquiras o Biyoncís del mundo. No podía dejar de flipar: con su energía en el escenario, con su tremenda banda, con los detalles explícitos de las letras acompañadas de movimientos no menos explícitos y, sobre todo, con la starlett Samantha Maloney que, a golpe de baqueta, hacía globos de chicle de fresa y dejaba ondear su pelo rubio platino al viento de un ventilador hábilmente colocado en el doble bombo. Me invadió una especie de absurdo sentimiento de “girl power” que no sé muy bien cómo explicar; no se trataba de una repentina y reivindicativa conciencia de género, era más bien un recurrente pensamiento: “cómo molan estas tías”. A mi alrededor, chicas y chicos se sentían guerreros y guerreras y todos y todas parecíamos lo mismo. Entre el público megafashionohyeah había mucha indefinición sexual. Vi chicos con faldas, parejas de chicas que parecían chicos vestidos de chicas o chicas vestidas de chicos. Yo estaba allí plantada, más sola que la una, con mi eterno vaso de birra en la mano. A mi lado, dos estupendas mozas que se sabían más canciones de Peaches que yo brincaban y se besaban alternativamente e incluso a la vez. Una colega de ellas me habló:
–¿Has venido sola?

Le expliqué que la osteoporosis le había jugado una mala pasada a mi amiga y se rió. De vez en cuando, entre grito y grito y silbido y silbido me decía algo. Yo me sentí incómoda al principio y tampoco podía decirle “eh, que me gustan los tíos” porque seguramente me hubiera contestado “¿Y a mí qué coño me cuentas?”. Empecé a pensar que era una paranoica y me relajé. Elvira (así se llama mi nueva amiga) me invitó a una cerveza. Cuando Peaches empezó a cantar “I don’t have to make the choice”, Elvira y sus amigas coreaban “I like girls” y yo, instintivamente, acababa la frase del estribillo: “I like boys”.
–Salta a la vista que no entiendes–me soltó–. ¿Nunca te has enrollado con una tía?

Por poco me atraganto con la preguntita pero le contesté casi disculpándome que sólo me gustaban los chicos. Pensé erróneamente y llena de prejuicios que a partir de ese momento ya no iba a saber nada más de ella, pero me equivoqué. Siguió comentando la jugada conmigo.

Al salir del concierto, Elvira y yo nos fuimos a tomar algo. Hablamos de nuestras vidas, de lo humano y lo divino, de los sabores de Ben & Jerry’s y de la Bola de cristal (en concreto de Pedro y Pablo). La dejé arrancando su destartalada vespa pero antes nos intercambiamos los teléfonos. Cuando ya estaba a punto de llegar a la parada del autobús pasó junto a mí, pitó y me gritó algo. No estoy muy segura pero creo que dijo “deberías probarlo”. Sonreí para mis adentros.

Aunque quién sabe, igual se refería al Chocolate Therapy de Ben & Jerry’s.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Sinceramente, Mila, yo también pienso que deberías probarlo. Oye, por probar.

Y si después de tanto hombre inservible descubres que lo que te servía es una mujer?

mila dijo...

Gracias, pero de momento no me apetece. Ni eso, ni hacer puenting ni volver a dormir en una tienda de campaña. La edad es lo que tiene. O la genética...

Abogadaenbcn dijo...

Qué ignorante y qué poco moderna que soy...apachequéee.

Coincidencias de la vida, yo estuve sola en el concierto de Ana Torroja de hace un mes en el Sant Jordi, también por malauradas ¿? circunstancias que prefiero no recordar, y para colmo me tuve que ir a mitad. Ojalá se hubiera interpuesto una Elvira en mi noche solitaria. Yo lo hubiera probado. Por probar.... Ja,ja.

Si vuelves a saber de ella no dejes de contárnoslo!

ScullyMD dijo...

Allá donde vas, triunfas, Mila!!!!

Androide Paranoide dijo...

Por favor, no olvide contarlo por aquí con pelos y señales si algún día se decide a probarlo. El Chocolate Therapy, claro.

Anónimo dijo...

La bisexualidad está a la orden del día.
No es nada mala, tampoco es necesaria.
Es tu opción el no practicarla.
A mi no me gusta pero... he de reconocer que si separas el género tan solo es pasártelo bien.

Aprovecho para despedirme de mi blog, tal vez abra en breve otro, lo que es seguro es que en menos de una semana cerraré el mío y solo dejaré "Un gato en el balcón"
Un abrazo.

Carmen dijo...

Si por esas casualidades de la vida lo llegaras a probar, asegúrate que no lleva el rabo entre las piernas, que si no eso si que sería un fiasco!
Abogada, coincidencias de la vida que yo también me encontraba en el concierto de Mecano (ya lo sabes), para la próxima, te informo que estábamos unas cuantas chicas estupendas... no men! jajaja

. dijo...

Pues yo tengo una camisa jagüallana (me hago el gracioso, pero es que no se escribirlo) que cada vez que me la pongo, alguno se me acerca, con chocolatescas intenciones. Y la cosa es que a mi, no me gusta el chocolate...
Mila, cuentamelo todo, season 3, episode 1!!!!

djflow dijo...

Un amigo mío gay dijo: Nadie entiende... hasta que no se lo explican.

Moblog dijo...

Ya se sabe, dicen que cuando se cruza la acera ya no se vuelve...

Anónimo dijo...

Simplemente, conociste a alguien interesante independientemente de su condición sexual. Ya no hablo de probar o no probar, pero nunca sabes de dónde pueden venirte grandes momentos ni con quién puede pasar. A veces una persona desconocida puede aportarte justo lo que necesitas en ese momento. Gracias por pasarte por mi blog, estaré atento a tus conciertos y a otras cosas. Por cierto, buenos gustos musicales veo...

Ella dijo...

Ay Dios mio, pero qué está pasando en el mundo?? jajajaaaaaaa
Vamos, tu historia (o parecida) le ha pasado a unas cuantas que yo me sé, unas con tu mismo final y otras con un final mas abierto (va sin segunas, pero también también).
Si es que eso pasa por ser los tios tan rancios, coñe! que asi no se puede, que te llega una tia guapa y simpatica y se empieza a dudar...

Qué bueno el post Mila, qué bueno..

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho tu blog; también te invito a visitar el mío, "Historias e Historietas" (www.luiscampoy.blogspot.com). Besitos.

Anónimo dijo...

Te vi. En el concierto de los Peaches. Primero a solas con tus cervezas junto a un cartel que decía "chicasola concervezaenlamanobuscaaalguienparacomentarlodelchicle". E inmediatamente después de que explotase una bomba de chicle, también vi como aparecía Elvira y se acercaba a ti robándome la oportunidad de conocerte.

Anónimo dijo...

Te vi. En el concierto de los Peaches. Primero a solas con tus cervezas junto a un cartel que decía "chicasola concervezaenlamanobuscaaalguienparacomentarlodelchicle". E inmediatamente después de que explotase una bomba de chicle, también vi como aparecía Elvira y se acercaba a ti robándome la oportunidad de conocerte.

mila dijo...

No cuela, anonymous. Si hubieras ido sabrías que no son Los Peaches sino La Peaches
Pero buen intento